Veinte años ausente: el pasado que hoy es futuro                                         

  Por Nirvana Guerrero

Gabriel Retes, El Bulto. 1991. México: Cooperativa Conexión, S. C. L. y Cooperativa Río Mixcoac. 

Experimentó y sintió pasar su vida: las emociones que afloraron al transcurrir los días y las noches, hasta que la juventud se escurrió y llegó con ello la edad madura no sólo de su cuerpo, sino de sus ideas. Así, Gabriel Retes, reflexiona sobre el devenir de su vida y se pregunta qué habría pasado si los acontecimientos tal como sucedieron se hubiesen visto interrumpidos. Introspección que le llegó de golpe tras revelar un par de rollos de fotografías tomadas el 10 de junio de 1971 en San Cosme, D.F, con las que se percató de un macanazo que le rozó la cabeza.

El bulto (1991) es un filme que invita a la reflexión en torno a la cotidianidad, la vida y sus etapas, mientras concibe la engorrosa situación política del protagonista por su amargo percance: Lauro, joven activista y periodista de izquierda que escribe en el Excélsior durante los años sesenta, vive por la revolución. Pero, tras la Matanza del Jueves de Corpus, queda inconsciente y permanece en estado de coma durante dos largas y cambiantes décadas; consecuencia de la represión de los halcones, grupo paramilitar al servicio del gobierno.

Obra de Gabriel Retes, uno de los cineastas más representativos del cine mexicano de los años noventa. La cinta fue rodada por la Cooperativa Río Mixcoac con un presupuesto ríspido e independiente de la industria. Por lo que, su autonomía le dio la libertad para, al igual que en sus otros trabajos, evidenciar su carácter subversivo, crudo y burlesco; transversal a un acontecimiento disruptor que reforma el panorama histórico. Rafael Aviña, crítico de cine, narrador e investigador en la Cineteca Nacional y la Filmoteca de la UNAM, afirmó que el guionista y crítico de cine Francisco Sánchez catalogó a la cinta como una suerte de continuación de Rojo amanecer, de Jorge Fons.

El bulto resulta una experiencia cinematográfica con tintes íntimos y cotidianos para todo mexicano que reconoce a la juventud inmensamente politizada que se desarrolló en los setenta,acompañada de un giro insólito que retrata a cabalidad la realidad desde un suceso de ficción. De forma lúdica se debate y reflexiona sobre el pasado desde el presente, y viceversa, que parte de una suerte de denuncia en la que Lauro, protagonizado por el mismo Gabriel Retes, recobra consciencia y se reincorpora a la sociedad. A su despertar, se encuentra con un mundo que le es totalmente ajeno: ya no existe el Partido Comunista Mexicano y la URSS se disolvió, existen los walkmans y está en boga el Tratado de Libre Comercio encabezado por el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari. Pero, sobre todo, ya no es el joven de 20 años que recordaba ser.

La vida del periodista, tras los años ausente, se desarrolla en torno a una nueva dinámica: dos hijos que no vio crecer, una esposa que reconstruyó su vida y ahora es completamente ajena a él. Destacando la sorpresa casi inadmisible de sus combativos amigos revolucionarios, ahora cooptados por un gobierno neoliberal. Es así que, lo que hace especial esta narrativa, se ubica a su vez, en los contemporáneos a Lauro. Toño, amigo de su juventud y esposo de su hermana, posee los mismos referentes históricos que el protagonista; el Halconazo y la Matanza del 68; movimientos estudiantiles que destacan por su peso político, mismos que retratan a cabalidad la violencia ejercida por parte de las fuerzas militares lideradas por el Estado Mexicano.

Entre su relación se suscitan roces a causa de la disparidad de ideales que su antiguo camarada tiene veinte años después; con familia, en un nuevo contexto y asentado en su vida adulta.

Desconoce todo lo que le rodea y enfrenta desafíos destacables que se traducen, fuera del coma y sus dificultades personales, en el ciclo habitual del afortunado y desafortunado mexicano reaccionario: alinearse al sistema y dejar atrás la juventud subversiva y revolucionaria. Una vez que lo asimila, se da cuenta de la demanda; dejar los panfletos comunistas y abrazar lo inmediatamente trascendente: su familia y la gente que ama.

Más allá del engorroso, pero casi obligado porvenir de quienes, como él, fueron jóvenes demandantes; al filme lo atraviesa, a razón de la pérdida de un gran fragmento de vida del protagonista, la importancia de los años que ocasionalmente se toman en vano, la relevancia de transitar a la adultez, el pleno ejercicio de la paternidad y lo que la memoria austeramente recoge de los días que nunca más harán acto de presencia. El protagonista, al naufragar entre el espacio material y espiritual de su vida durante su período de ausencia y adormecimiento, sufre los vestigios de una realidad que no se detiene y se reconfigura diariamente.




Ilustración tomada de El Bulto | gabrielretes 

Nirvana Guerrero (Ciudad de México, México, 2001) Estudiante de Comunicación Política con aspiraciones artísticas. Entusiasta del periodismo, la pintura, la literatura y las ciencias sociales. Amante de los animales, las plantas, el té y la vida huraña. Ilustradora en la revista Interliteraria.