Vida de otros tiempos: las calles de Luis González Obregón


Por Daniel Moreno

Luis González Obregón. Las calles de México: Leyendas y sucedidos, vida y costumbres de otros tiempos. Ciudad de México: Porrúa. 1988.


Entre hombres y ciudades abundan las similitudes. Muerto, un hombre, es el fantasma que dibujan sus memorias, su obra y el recuerdo de quienes lo conocieron. De las ciudades desaparecidas nos quedan los anales de la historia, las murallas abandonadas. Pero la diferencia es de tiempo: las ciudades se prolongan por encima de la vida de los individuos. Dan la ilusión de ser intemporales, porque en ellas se han desarrollado las sociedades hasta nuestros días.

Es fascinante perderse entre las calles de una ciudad imaginando la vida de otros tiempos, siendo testigos de un desfile de figuras y personajes olvidados que resurgen y vuelven a poblar aquellas calles de antaño que, ahora, son las nuestras. Eso, precisamente, es lo que le ocurre al lector de Las calles de México (González Obregón, 2014) , donde el personaje más importante es la Ciudad de México y el hilo conductor de la trama está dado por los hechos y sucedidos que guardan sus calles, avenidas y recintos, y que llegan a nuestros días en forma de leyendas, mitos y consejas.

¿Quién no ha oído hablar de la llorona, aquél triste espectro que deambula por las calles llorando sus infinitas penas? O ¿Quién desconoce la leyenda del celoso Don Juan Manuel que, aconsejado por el diablo y protegido por la oscuridad, asesinaba a los transeúntes para así acabar con el amante de su mujer? Y ¿A caso nadie se ha preguntado el porqué de la Casa de los azulejos?

Luis Gonzales Obregón, en este libro, ofrece imágenes bien trazadas, brochazos, dibujos de la historia colonial; es decir, de la experiencia cotidiana de aquellos años, muchas veces enterrada por la Gran Historia, misma que tiende a tratar de captar los hitos del desarrollo de la humanidad (anhelo teleológico de la modernidad). Pero su labor no responde a la vana erudición.

Ante el vendaval revolucionario y la renovación intelectual (ateneísta, principalmente) que demolió la paz porfiriana y generó la crisis del positivismo, pensadores como Gonzáles Obregón vieron en el pasado el único lugar posible para hacerse de raíces sólidas. Tal vez, las páginas de Las calles de México sean en el fondo una elegía: la nostalgia del pasado, la urgencia por eternizarlo ante los avances de una Revolución que, en sus momentos más álgidos, se volvió mera destrucción

Sólo así se explica que en el libro cobre vida una micro-historia del origen del nombre de las calles de la ciudad, pobladas de conquistadores, indios, curas, diablos y brujas; que representa una labor de recuperación histórica, opuesta a la tarea revolucionaria de destruir el antiguo régimen porfiriano, para empezar, desde cero, la construcción de una nación.

Adentrarse a las páginas de González Obregón supone comprender las creencias que viven en la mente de los habitantes de esta ciudad y, al mismo tiempo, desenredar la madeja de la historia en el dato preciso y riguroso. Todo ello fundido en la crónica, a caballo entre la ficción y el testimonio, de prosa ligera y voluntad literaria.







Ilustración: Colección Archivo Casasola

Daniel Moreno

Politólogo por la UNAM y funcionario público.